Otoño

Los árboles cambian de color. El viento ayuda a soltar sus hojas. La naturaleza cobra un nuevo aspecto. Es la llegada del otoño que nos trae su amarillo fresco. Que nos recuerda que es necesario entregar al mundo aquello que ya no es parte nuestro. Solo así podremos renacer mejor y de nuevo. Tiempo para una sopita caliente por las noches. Un tecito endulzado con miel en vez de azúcar. Tiempo para leer algunos libros. Para sentarse a contemplar el fuego. Componer un par de canciones. Escribir aquello que tienes por ahí guardado en el baúl de los recuerdos. Reflexionar sobre nuestro propio camino. Rescatar lo esencial, aquello que es realmente bello. Cuidar las relaciones verdaderas. Cuidar a la familia, cuidar a los amigos. Cuidar a los nuestros. Escuchar buena música. Escribir poesía. Probar un par de platos nuevos. Ponerse ropa más abrigada. Unos calcetines de lana por ahí guardados. Alguna bufanda o gorro viejo. Nos preparamos para el invierno. Vemos si contamos con lo necesario. Una buena lectura y un buen chaleco. Una buena chaqueta y un par de zapatos gruesos. La cocina será nuestra nueva amiga. Aprenderemos a hacer pan amasado, unas ricas salsas aliñadas con picante merkén, cilantro y orégano. Unas buenas pastas que calienten la guatita. Unos ricos huevos revueltos freídos con mantequilla en vez de aceite. Son más sanos y quedan súper buenos. Que no falten las verduras, las manzanas, y un par de frutos secos. Los que tienen la posibilidad de plantar sus propias hierbas ahora es buen momento. Ajo, papas, cebolla y otros alimentos.
Cada época tiene su gracia y nos enseña algo nuevo. Vivamos la magia del otoño y descubramos la oportunidad que nos regala. Quizás para mejorar en algo. Quizás para explorar nuestros talentos. Ya sea en compañía de nuestros seres queridos, o acompañados de un buen libro, un buen café, o un buen cuento. Siempre florece una flor incluso en medio del desierto.